El ataque ruso del sábado contra un bloque de viviendas en Dnipró, que dejó 40 muertos y decenas de desaparecidos, subraya la urgente necesidad de Ucrania de disponer de sistemas de defensa antiaérea más modernos, capaces de derribar misiles como el KH-22.

Las autoridades locales han certificado hasta ahora 40 muertos, entre ellas dos niños, y se teme que unas 34 personas sigan bajo los escombros del edificio residencial de nueve plantas que fue alcanzado por un misil ruso de ese modelo.

Fue durante el fin de semana, cuando los ucranianos ortodoxos celebraban una de las principales fiestas religiosas de la navidad.

Los equipos de rescate siguen retirando sin descanso los escombros, mientras los supervivientes reciben auxilio de sus vecinos y de voluntarios locales.

Hasta el momento se ha confirmado que 75 personas resultaron heridas, mientras que 39 residentes de los edificios fueron rescatados con vida.

Una de esas supervivientes, Anastasia Shvets, pasó horas esperando a que la rescataran de lo que quedaba de la vivienda de su familia; no se podía acceder a ella por temor a que los escombros cedieran bajo sus pies.