El mundo del deporte motor a nivel mundial está de luto, tras confirmarse este jueves 2 de junio la muerte del empresario, José Abed Rouanett, quien fuera pieza clave para que la Fórmula Uno llegara a México en la década de los ochentas, gracias a su labor como vicepresidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y presidente de la Organización Internacional de Automovilismo Deportivo de México (OMDAI).

Reconocido dentro del rubro de la construcción como fundador y miembro del consorcio Aristos, Abed Rouanett fue desde muy joven un apasionado de la adrenalina y la velocidad, ya que fue piloto a inicios de la década de los sesentas en campeonatos endurance de motociclismo, así como corredor de autos tipo turismo, modificados, estándar, de rallies y en fórmula Ford.

Ya en el retiro, fundó la OMDAI, donde como vicepresidente y posteriormente presidente, dio representación a México ante el máximo órgano del automovilismo internacional, cuestión que le permitió llevar a cabo eventos de talla mundial en el país como el Gran Premio de México de Fórmula Uno desde 1986 a 1992, así como el Campeonato Internacional de Prototipos al arranque de los noventas.

Para mediados de dicha década, en la temporada 1995-1996, Abed incursionó en un deporte que le era totalmente ajeno, el futbol, al hacerse cargo como dueño y presidente del Club Puebla, al que de inicio cambió sus tradicionales colores para vestir al equipo de anaranjado, lo que generó polémica y descontento de parte de la afición.

Pese a ello, dicho cuadro llegó a disputar la semifinal del Invierno 1996, para posteriormente poco a poco retomar sus colores en azul y blanco, que si bien no fueron en los tonos de antaño, buscó congraciarse con la fanaticada, que aplaudió su salida del gremio en 1998 cuando vendió la franquicia al también empresario Francisco Bernat.

Aún involucrado en el mundo del soccer, en 1998, José Abed fue presidente de la delegación mexicana que contendió en la Copa del Mundo de Francia, siendo esa su última experiencia dentro del balompié, para así continuar su carrera como dirigente dentro del automovilismo. En Puebla, junto a su familia fue clave en la edificación del Autódromo “Miguel E. Abed” en el municipio de Amozoc, donde gracias a su gestión, se pudo llevar a cabo en par de ocasiones el Campeonato Mundial de Autos Turismo WTCC por sus siglas en inglés, así como la Fórmula 4 y la Fórmula E en fechas recientes.

En diciembre del 2011 recibió la certificación como integrante del Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana, que respaldó la propuesta realizada por la Federación Mexicana de Automovilismo Deportivo. Descanse en Paz.