El ministro cubano de Exteriores, Bruno Rodríguez, calificó las protestas masivas antigubernamentales del domingo como “disturbios”, insistió en que las financió Estados Unidos y atribuyó el apagón de internet móvil en toda la isla a los problemas financieros que vive su país.
“El país está viviendo estos días una situación compleja, el acceso a la información de nuestro pueblo es un derecho, está claro que hay condiciones complejas que se reflejan no solo en el derecho a la información, se reflejan en el derecho a la alimentación, estamos pasando dificultades”, argumentó en una conferencia de prensa en La Habana.
Poco después de que el domingo comenzaran a extenderse las manifestaciones por todo el país en medio de una grave crisis económica y sanitaria, el servicio de internet móvil quedó deshabilitado y dos días después aún no funciona.
El monopolio estatal de las telecomunicaciones Etecsa no ha dado ninguna explicación, y tampoco el Gobierno hasta que hoy el canciller, sin más detalles, comparó el apagón a “las interrupciones de la electricidad” y las “dificultades evidentes en la alimentación” o el transporte.
“Estos días ha habido falta de fluido eléctrico que repercute también en el funcionamiento de las redes, los nodos, los servidores y las telecomunicaciones”, indicó, y agregó más adelante: “en un país en que tenemos una situación de falta de medicamentos agudizada, es verdad que faltan datos pero faltan medicamentos también“.
Congresistas cubano-estadounidenses y dirigentes del exilio pidieron hoy presidente de EE.UU., Joe Biden, que se haga lo necesario para restablecer el internet al pueblo cubano, mientras la embajada de ese país en La Habana tuvo que aclarar en Twitter que no está ofreciendo wifi gratis pero instó al Gobierno “a restaurar todas las formas de conectividad”.
Rodríguez también insistió en que Washington es responsable de las protestas que el domingo llevaron a las calles de varias ciudades y pueblos de Cuba a miles de personas pidiendo “libertad” y las tachó de “disturbios a escala muy limitada, desórdenes y vandalismo”, negando que se tratara de “un estallido social”.
Aseguró que EE.UU. ha hecho un uso “obsceno” de la manipulación de datos y de su “monopolio” de las herramientas de alta tecnología en una “operación comunicacional de alta envergadura” y de “desinformación” para desacreditar al Gobierno cubano y lograr un cambio de régimen.
“Es una operación política, una agresión del Gobierno de Estados Unidos que hoy no necesita misiles y que tiene gran capacidad para la guerra no convencional o virtual”, manifestó.
Más allá, sostuvo: “se requiere cinismo para pedirnos que escuchemos a nuestro pueblo, que es víctima de la política del Gobierno de Estados Unidos”, e insistió en que si Biden tuviera “preocupación sincera” por los cubanos, bastaría su firma para modificar “aspectos sustanciales” del embargo, “incluidos los que más daño humanitario provocan”.
Días antes de las protestas, activistas e internautas organizaron una campaña virtual bajo la etiqueta “#SOSCuba” para recolectar donaciones y enviarlas hacia las regiones más golpeadas por la crisis sanitaria, como la provincia de Matanzas (occidente). La iniciativa se volvió viral cuando se hicieron eco de ella cantantes y artistas internacionales.
De acuerdo con el ministro, esa campaña logró una “amplificación artificial” ayudada por la propia red social Twitter, a la que acusó de no activar sus filtros “antispam”.
Miles de cubanos tomaron las calles el domingo para protestar contra el Gobierno al grito de “¡libertad!” en una jornada inédita que se saldó con decenas de detenidos y enfrentamientos después de que el presidente Miguel Díaz-Canel conminara a sus partidarios a salir a enfrentar a los manifestantes.
Las protestas, las más fuertes que han ocurrido en Cuba desde el llamado “maleconazo” de agosto de 1994, se produjeron con el país sumido en una grave crisis económica y sanitaria, con la pandemia fuera de control y una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, además de largos cortes de electricidad.