Cientos de migrantes haitianos y venezolanos, principalmente, fueron desalojados de un antiguo campamento en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, fronteriza con Texas, por autoridades municipales, estatales y federales tras saber que se había retomado la actividad en el lugar.
Ante la unilateral reapertura por parte de los migrantes, autoridades acudieron para cerrarlo de nueva cuenta y, de esta manera, impedir su funcionar.
En 2018, en una zona del Río Bravo, en Matamoros, se instaló un asentamiento irregular donde miles de migrantes centroamericanos y de otros países vivieron bajo tiendas de campaña, sin servicios básicos, situación que provocó irregularidades por lo que los gobiernos quieren evitar un resurgimiento.
“Queremos evitar desmanes; hace unos años vivimos la presencia alta de migrantes ya que se detectaron delitos desde venta de alcohol y hasta de prostitución y ahora queremos evitar ese tipo de delitos”, declaró el encargado de Seguridad Pública de Matamoros, Tamaulipas, Jorge Orizaga.
Una oleada de haitianos, sumada a los venezolanos que siguen siendo deportados, ha suscitado que en este municipio fronterizo, que colinda con Brownsville (Texas), los albergues esté rebasados y debido a ello tengan que dormir en la vía pública.
Este martes, funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) de México y agentes de la Secretaría de Marina, Guardia Nacional, Policía Estatal, entre otras instancias, intervinieron para pedir a los extranjeros que desalojaran el sitio donde ya realizaban actividades como lavar su ropa y descansar.
“Nosotros estamos en contra de los campamentos, no queremos campamentos por las situaciones irregulares que se vivieron dentro de ellos”, enfatizó la presidenta de la organización “Ayudándoles a Triunfar”, Gladys Cañas Aguilar.