La peruana Dina Boluarte ingresó a un selecto y lamentablemente reducido grupo de mujeres que han llegado al poder en Latinoamérica y el Caribe, en muchos casos, como el suyo, en medio de circunstancias turbulentas o especiales y lejos del voto popular.

Boluarte se convirtió la víspera en la primera mujer en asumir la presidencia en el país andino después de que el hasta ayer mandatario Pedro Castillo fuera destituido tras ser acusado de intentar dar un golpe de Estado y ella, en su calidad de vicepresidenta, fue investida jefa de Estado por el Congreso.

Justamente sin mediar el voto popular directo llegó la primera presidenta en la región, la argentina María Estela “Isabelita” Martínez de Perón, quien quedó encargada de la Presidencia en julio de 1974, tras la muerte de su esposo, Juan Domingo Perón, cuando, como Boluarte, ejercía el cargo de vicepresidenta.

Un hecho histórico que duró menos de dos años, hasta marzo de 1976, ya que Isabelita fue derrocada por un golpe de Estado que dio paso a la brutal dictadura que rigió el destino de los argentinos hasta 1983.

En 1979, Lidia Gueiler Tejada fue designada por el Congreso de Bolivia como presidenta tras el golpe de Estado de Alberto Natusch Busch, un mandato que duró solo ocho meses y un día, de nuevo interrumpido por otro golpe militar y tras haber sobrevivido un mes antes a un intento de asesinato.

Una década después, en marzo de 1990, la entonces jueza de la Corte Suprema haitiana Ertha Pascal-Trouillot fue designada como la primera, y hasta ahora única, presidenta de su país por el general Herard Abraham, que tres días antes había dado un golpe de Estado, un Gobierno de transición que duró casi un año.

Mucho menos tocó esperar para ver por primera vez posesionarse a una mujer tras ganar unas elecciones presidenciales, cuando Violeta Barrios, viuda de Pedro Joaquín Chamorro (histórico opositor al régimen somocista), asumió la presidencia de Nicaragua en abril de 1990 para un periodo de poco más de seis años y después de haber vencido contra todo pronóstico en febrero de ese año al sandinista Daniel Ortega.