Al menos 22 manifestantes han muerto, muchos de ellos por hipotermia debido a las bajas temperaturas, durante las tres semanas de manifestaciones de agricultoras que han sacudido los alrededores de la capital de India, Nueva Delhi, en plena ola de frío invernal.

En el centro del conflicto se encuentra un paquete de leyes aprobado en septiembre para desregular la comercialización y el almacenamiento de productos agrícolas.

Los afectados exigen la revocación inmediata de las tres leyes que, según dicen, afectarán sus ingresos, beneficiarán a las grandes corporaciones y desmantelarán un sistema de adquisiciones que les garantiza precios mínimos para sus productos y les protege de los caprichos del mercado. El Gobierno, por el contrario, asegura que las leyes aumentarán la productividad agrícola y liberarán a los agricultores de las garras de los intermediarios.

El portavoz del comité de coordinación de Kisan Sangarsh (una organización que aglutina a más de 250 grupos agrícolas de todo el país), Ashutosh Mishra, ha confirmado que al menos cinco asistentes fallecieron por ataques al corazón y enfermedades causadas por las glaciales temperaturas.

Hay que tener en cuenta que muchos de los agricultores son gente mayor que ha recorrido cientos de kilómetros desde los estados del norte del país, los más afectados por este paquete de medidas, y dormido prácticamente a la intemperie.

Además se tiene constancia de la muerte de un religioso sij de 65 años de edad, que se quitó la vida en un acto, según su nota de suicidio, de solidaridad con los agricultores.

“Comparto su dolor porque el Gobierno no les está haciendo justicia. Infligir injusticia es un pecado, como también es un pecado tolerarla. He decidido sacrificarme para expresar mi enojo y mi dolor”, hizo saber el sacerdote Baba Ram Singh, en su nota de despedida recogida por la cadena NDTV.