En las Islas Marshall, los lugareños tienen un apodo para el sitio de desechos nucleares para el Domo Runit: lo llaman la Tumba o el Ataúd Nuclear. El pozo sellado contiene más de 87,800 metros cúbicos de desechos radiactivos, que los trabajadores enterraron allí como parte de los esfuerzos para limpiar los desechos peligrosos que quedaron después de que el ejército de los EE. UU. detonó bombas nucleares en la tierra. Y ahora ese material se está filtrando al Océano Pacífico.
De 1977 a 1980, alrededor de 4000 militares estadounidenses se encargaron de limpiar el antiguo sitio de pruebas nucleares. Recogieron el suelo contaminado, junto con otros materiales de desechos radiactivos, como equipos militares, hormigón y chatarra.
Todo entró en el Domo Runit, que los militares cubrieron con concreto.
En total, el cráter contiene suficientes desechos radiactivos para llenar 35 piscinas olímpicas. La mayor parte consiste en suelo irradiado que transporta plutonio, un isótopo que puede causar cáncer de pulmón si se inhala.
Pero a medida que los mares han aumentado en el área (el agua ha aumentado unos 7 milímetros por año desde 1993), el agua ha comenzado a filtrarse en el suelo debajo de la cúpula.
A diferencia del domo sellado en la parte superior, el fondo del pozo nunca estuvo revestido de concreto. Entonces, las mareas crecientes amenazan con sumergir la tumba o abrirla.
Antes de las pruebas nucleares en las décadas de 1940 y 1950, los residentes fueron exiliados de sus hogares y reubicados en las islas cercanas. Hoy, solo tres de las 40 islas han sido consideradas seguras para ser habitadas por humanos. Actualmente albergan alrededor de 650 residentes.
La isla que alberga el Domo Runit permanece desocupada.
los niveles del mar alrededor de las Islas Marshall están aumentando. Para 2030, podrían estar entre 3 cm a 16 cm más altos de lo que son ahora, lo que provocaría más marejadas e inundaciones costeras. Para 2100, la cúpula podría estar sumergida en agua.
Los lugareños temen que el daño creciente a la estructura pueda presentar un nuevo conjunto de riesgos para la salud.
La cúpula recientemente comenzó a agrietarse y astillarse, aumentando las probabilidades de que fuertes olas pudieran forzar la apertura de la estructura. Un desastre como ese enviaría aún más desechos radiactivos al océano o laguna cercanos, lo que incluso podría obligar a los locales a abandonar la isla una vez más.