Regresó a México el vuelo de la Fuerza Aérea Mexicana con 81 pasajeros refugiados, entre ellos 44 mexicanos, que huyeron del conflicto en Ucrania.

Fue un largo viaje en el que se compartieron historias y experiencias, sin embargo, aún quedan decenas de connacionales que no han podido salir del país invadido por Rusia.

A bordo del avión, un Boeing 737-800, llegaron unos recién casados, José Luis, mexicano y Kateryna, ucraniana.

Los días que celebrarían su matrimonio se convirtieron en una apresurada salida de territorio ucraniano.

Tomaron el avión con rumbo a México.

“La razón por la que fui a Ucrania, nos fuimos a casar. Trabajamos en barcos, en cruceros, nos conocimos ahí decidimos casarnos. Estas fueron las fechas que acordamos, volé, estuvimos una semana en Ucrania, el conflicto sí se escuchaba, pero no pasaba a mayores, dos días después de que nos casamos, estalló el conflicto”, narró José Luis, mexicano refugiado.

Apenas comenzaban la luna de miel cuando Rusia invadió Ucrania.

“Tomamos la decisión una noche antes. Ella tiene todas sus cosas ahí, o sea no vivíamos juntos, vivíamos en los barcos, pero tomamos la decisión de agarrar una maleta pequeña para poder cruzar fronteras y no tener problemas”, contó José Luis Benitez.

La luna de miel ahora será en la República Mexicana.

Durante dos meses visitarán Chiapas, Guadalajara y Oaxaca, y después regresarán a trabajar a los cruceros por Europa.

Otras historias

Esta pareja forma parte del grupo de 138 personas, 44 de ellas mexicanas, que debieron llegar a la frontera con Rumania para abordar el avión de la fuerza aérea mexicana que sirvió para la misión humanitaria de rescate.

En el grupo también viajaron ucranianos principalmente parejas e hijos de mexicanos, ecuatorianos, un peruano y un australiano.

“Primera mañana, cuando escuchas el piuuuu, sí de misiles, es ya una guerra. Teníamos mucho miedo”, dijo Oksana Guliaieva, refugiada ucraniana. También contó que pensó que ella y su hijo iban a morir.

Algunos de los refugiados se anotaron de último minuto.

“En mi camino de Chisináu a Budapest, en el camino, me enteré del avión mexicano; cogí un tren desde el norte de Rumanía hasta Bucarest”, apuntó Sebastián Naranjo, refugiado.

Los que siguen en Ucrania
Victoria, que se casó con un mexicano, viajó afligida. Su padre y hermano debieron quedarse.

“Bombardearon mi casa; todas las noches son difíciles pero ese día en que comenzaron en mi ciudad, adentro de mi ciudad, es realmente duro porque adentro están mis amigos, mi familia”, compartió con tristeza Victoria Linares, refugiada.

Aún hay decenas de mexicanos en Ucrania. Francisco cuenta que buscó llegar al vuelo humanitario viajando de Járkov a Leópolis, pero no lo consiguió.

“La embajada ya contesta nada más a ciertas personas, muy pocas personas les está contestando, a nosotros ya no nos dice nada, le mandamos preguntas y no nos contestan. Hicimos lo imposible por salir del bombardeo, pasamos hambre, pasamos frío, pasamos 20 horas en el tren sin comer”, dijo Francisco Calderón.

O Silvia, casada con un ucraniano. La familia decidió quedarse.

“Yo me quedé; a mi niña trato yo de hacerle un escenario bonito, pero le afecta, ella escucha los bombardeos y dice ‘oi, oi’, de repente corremos. Tengo amigas que estaban en refugios, pero sus casas quedaron destruidas. La casa está en ruinas. Esto es un genocidio, un hospital con niños, Putin está llevando a cabo un genocidio”, aseguró Silvia Mercado, una mexicana en Járkov.

“La misión de rescate no se agota en este vuelo. Entendemos la desesperación de la gente, entendemos la frustración, ahora mismo el problema más que llegar a México es salir de Ucrania. Todavía quedan algunas decenas de mexicanos, según tenemos entendido, en salir, no los vamos a olvidar porque así lo pidió el presidente”, aseguró Daniel Millán, jefe de la Oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores.