Murió a los 96 años de edad la actriz, Rosita Quintana, una de las últimas leyendas del cine mexicano, quien nació en Buenos Aires, Argentina el 16 de julio de 1925.

Trinidad Rosa Quintana Muñoz, mejor conocida como Rosita Quintana, desde sus primeros años mostró aptitudes para el canto, principalmente por los tangos, un género que le trajo problemas en la escuela porque las letras de las canciones se consideraban indecentes en la época.

Cuando llegó a los 15 años de edad, Rosita Quintana debutó en teatro de revista, en el que rápidamente fue llamada para presentaciones. Todo cambió para la bella joven cuando fue vista por Jorge Negrete en una de las giras que el llamado “Charro Cantor” hizo por Sudamérica.

Jorge Negrete la invitó para trabajar en México y desde ese entonces, en el año 1947, fue cuando inició la consolidación de una grande.

Un año después, en 1948, Rosita debutó en el cine con la película “La santa del barrio”, la primera de más de 60 producciones en las que compartió el set con otras figuras como Germán Valdés “Tin Tan”, Arturo de Córdoba, Joaquín Pardavé, Pedro Infante y Luis Aguilar entre otros.

Rosita Quintana tuvo una carrera en el cine que continuó hasta el año 2005, en el filme “El club de la eutanasia”.

Su faceta musical nunca la descuidó y además de realizar giras por todo México con música tradicional, Rosita Quintana también incursionó en la composición y escribió canciones para Angélica María, Guadalupe Pineda y María de Lourdes.

En la última etapa de su exitosa carrera, la actriz también tuvo importantes participaciones en los melodramas; en total hizo ocho entre ellos “Peregrina”, “Así son ellas” y “Abrázame muy fuerte”.

En su casa guarda hasta la fecha una gran cantidad de premios, imágenes y reconocimientos que muy pocas figuras han podido reunir. Unos de sus galardones los obtuvo en los festivales internacionales de cine de San Sebastián, en España, y otro en el de Moscú, en Rusia.

La también conocida como “La Dama de América” enfrentó algunos problemas en su vida, como el accidente automovilístico en la década de los años sesenta en el que ella perdió a su esposo y la mantuvo en coma.

En sus últimas entrevistas, Rosita Quintana compartió que estaba agradecida con la vida, a la que consideraba que era alegre, con salud y con amigos. Entre sus actividades estaba la preparación de un libro que dedicaba a la gente de escasos recursos, una realidad que le preocupaba siempre. Fue una mujer de trabajo e inolvidable para todos los que la trataron.