El fin de semana, el gobierno de Guerrero anunció que asumiría la responsabilidad de ubicar al Puerto de Acapulco en semáforo amarillo para mantener activa la economía de uno de los principales centros turísticos del país.

“Está diferente todo, tenemos que trabajar hasta la seis, y ya de ahí si te ven en el paracaídas, una lancha, que hay servicio todavía, pero no, no lo dan. Te llega la multa y está bien alta. Nunca había habido esto”, dijo Luis Medel, comerciante de Acapulco.

Tras 46 años de rentar llantas y chalecos en Playa Condesa en Acapulco, Luis se muestra preocupado por el bajo número de paseantes que, hasta este miércoles, ha arribado al puerto. Cuenta que él seguirá trabajando pues, dice, ya enfermó de COVID.

“Me dio, normal, una calenturita, pero de ahí ando bien y me siento bien. El aire está libre y está limpio”, insistió.

Los restauranteros afirman que no observan la afluencia cotidiana de finales de diciembre. Dicen que las personas locales son quienes salen de paseo.

“Hay menos turismo, pero algo cayendo. El día 25 nos tiene que llegar más. Estamos tomando las medidas necesarias, Acapulco está abierto, el mar purifica y nosotros estamos sanísimos”, afirmó María Luisa, restaurantera de Acapulco.