En el sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador la dependencia en granos básicos del extranjero, e incluso de algunos cárnicos, escaló a niveles sin precedentes.
Ello, no obstante, el compromiso que desde su primer año de Gobierno hizo de que el País alcanzaría la autosuficiencia alimentaria en granos durante su Administración.
Por ejemplo, la dependencia al maíz extranjero aumentó del 2019 a agosto del 2024 de 31.5 a 48.8 por ciento y la del trigo panificable subió de 76.4 a 82.4 por ciento, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
Pero en el caso del maíz, en su última revisión de agosto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) volvió a elevar la estimación de dependencia de México a este grano del extranjero para todo el 2024, a 52.3 por ciento desde el 50 por ciento que había calculado en abril.
A la par de la insuficiente producción nacional de ambos cereales, las cifras de la Sader refieren que hasta agosto pasado el País llevaba importado 36.8 por ciento del consumo de frijol, cuando hace seis años sólo era el 4.4 por ciento.
La mayor dependencia de estos granos ocurrió no obstante los casi 63 mil millones de pesos que durante todo el sexenio el Gobierno federal canalizó básicamente a productores de autoconsumo a través del Programa Precios de Garantía, con el propósito de alcanzar la autosuficiencia alimentaria en maíz, frijol, trigo, arroz y leche.
La FAO refiere que la autosuficiencia alimentaria se logra a partir de un nivel mínimo de consumo de producto nacional del 75 por ciento.
“Los efectos climáticos, principalmente la sequía, y el desplome que sufrieron los precios internacionales de los granos en los últimos dos años le pegó duro a la producción y eso provocó que tuviéramos que importar más”, señaló Francisco Chapa, del Comité de Prácticas Societarias del Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
“Sin embargo, la eliminación de los incentivos al sector agropecuario que hizo el Gobierno también influyó de manera importante en la baja de producción; es urgente que el próximo Gobierno restablezca los apoyos al sector agrícola y pecuario comercial para reducir esta fuerte dependencia que hemos alcanzado en alimentos básicos”.
En cárnicos, los datos de la Sader revelan que la dependencia de carne de cerdo del extranjero alcanzó este año un récord de 38 por ciento y que en el caso del huevo y la leche, en todo el sexenio, esta no ha logrado bajar de 21 y 22 por ciento, respectivamente.
Otros agricultores y productores pecuarios del País coincidieron en que la eliminación que hizo el Gobierno de diversos apoyos al sector agropecuario limitó de manera importante la producción nacional y en consecuencia derivó en mayores importaciones.
Entre los apoyos que les fueron quitados refirieron el de compra de coberturas de granos, así como para comederos y sistemas de alimentación más eficientes para ganado; para implementos agrícolas; tractores; apoyos a la comercialización; seguros e incluso acceso a un financiamiento apropiado, esto tras el cierre de Financiera Rural.
Añadieron que la apertura a las importaciones de alimentos, principalmente de carne de cerdo y pollo, que hizo el Gobierno a través de pactos para contener la inflación también afectó a la producción nacional.
Explicaron que debido a menores costos de producción esas importaciones llegaron con menores precios, desplazando así la oferta nacional, pero sin traducirse en un beneficio directo para el consumidor, sólo para el importador, quien es el que se está quedando con el margen.
“La producción no crece porque a los precios que llega la carne importada no competimos y al comercializador le es mejor traerla por precio y por volumen”, expuso José Luis Tamez, delegado de la Unión Regional de Porcicultores de Nuevo León.
“El principal problema son las importaciones desmedidas, pues no hay control en eso. La Secretaría de Economía saca cupos para que lleguen productos más baratos, pero cuando llegan no se ven reflejados al consumidor”.