Cinco misterios pronunciados en rezos y un sexto se queda sin resolver: ¿cómo murió el ambientalista Homero Gómez González?
El ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Autónoma Chapingo y activista por los bosques donde la mariposa Monarca llega año con año huyendo de las gélidas temperaturas del norte del continente americano, un día de enero desapareció para reaparecer muerto 16 días más tarde.
Al término de las oraciones por su alma el domingo 9 de febrero, un cántico cierra la ceremonia en torno a la cruz con flores blancas colocada ahí para recordar el sitio donde fue encontrado su cadáver con un golpe mortal en la cabeza.
La olla, una excavación de ocho metros de profundidad con tres y medio de agua, fue donde apareció flotando después de buscarlo desde el 13 de enero, esa fosa es testigo mudo de lo que sucedió la noche en que no regresó a su casa.
Esta región pródiga del estado de Michoacán tiene un subsuelo lleno de agua, los lugareños sólo deben excavar unos metros para que el líquido emerja, así riegan sus plantíos y atienden sus necesidades.
Homero había acudido a la comunidad El Soldado, perteneciente al municipio de Ocampo; estuvo ese día en el cierre de una feria, fue a las carreras de caballos, llegó manejando su automóvil.
Ahí permaneció hasta las 19:30 horas aproximadamente, testigos lo ubican en el punto, luego ya no se supo nada. Al no regresar a su casa esa noche, su familia, vecinos y amigos comenzaron la búsqueda.
Peinaron la zona, recorrieron el sitio del hallazgo del cuerpo una y otra vez, hasta que finalmente una mujer que llevaba a sus animales a pastar lo vio, estaba dentro de la excavación flotando.
En el mismo sitio donde sus hermanos, ejidatarios, amigos, acudieron varias veces a revisar para dar con su paradero.
El cuerpo del ambientalista presentaba un golpe en el cráneo a la altura de la oreja derecha, inicialmente la Fiscalía General del estado de Michoacán informó que su muerte fue por ahogamiento, luego se cambia la versión de que se trató de un accidente por la herida que tenía en la cabeza.
La ceremonia que se realizó el domingo a un lado de la excavación dura menos de media hora, ahí se congregan familiares y amigos, le rezan, siguen paso a paso la letanía de los cinco misterios.
En tanto eso ocurre, varios hombres cuestionan incrédulos una y otra vez la versión oficial de que la muerte de Homero Gómez fue accidental. Caminan la escena, observan a un lado y a otro y conjeturan.
En ese punto, como a 200 metros, se celebraban las carreras de caballos el día de la desaparición del ambientalista, el automóvil se encontraba a 150 metros, no había razón para que fuera al punto donde estaba la olla.
Y sobre todo, al revisar el lugar no hay piedras que pudieran haber ocasionado la fractura de cráneo. El agua de más de tres metros de profundidad tuvo que amortiguar la caída del cuerpo.
Entonces la pregunta es, ¿dónde y con qué se golpeó Homero Gómez González y por qué estando rodeado de gente nadie se dio cuenta de que se había caído en la olla?