Especialistas en temas ambientales y agroalimentarios consideraron que el gobierno mexicano debe reabrir el debate para prohibir el uso del glifosato, luego de que se evidenciaran errores graves en un artículo científico que durante más de 25 años fue utilizado por la agroindustria como sustento para defender el uso de este plaguicida, pese a carecer de independencia y rigor científico.
“Cuando hay un estudio tan grave como éste, el más citado, que dice que el glifosato no tiene problemas, ¡y era falso!, hay que tomárselo en serio. México debería prohibirlo”, subrayó Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC.
Uso extendido y riesgos a la salud
El glifosato se utiliza en México desde 1980 y está profundamente arraigado en las prácticas agrícolas. Se aplica principalmente en la siembra de 35 por ciento del maíz y 14 por ciento de los cítricos, además de otros cultivos como sorgo, algodón, caña, aguacate, soya y agave.
Ana de Ita, directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, explicó que los productores lo emplean para deshierbar plantíos y reducir costos de producción, así como para la limpieza de caminos.
El herbicida es comercializado por trasnacionales como Bayer-Monsanto, Syngenta y DuPont, y desde 2015 la Organización Mundial de la Salud lo clasifica como posible cancerígeno.
Investigaciones de la Universidad de Guadalajara han documentado residuos tóxicos de agroquímicos en agua, en personas y en la orina de niños y adolescentes. A nivel mundial existen más de mil artículos científicos que advierten daños al sistema renal, hepático, nervioso y reproductivo.
Glifosato y transgénicos
El uso del glifosato está estrechamente ligado al cultivo de transgénicos. Durante el sexenio de Vicente Fox se impulsó la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, conocida como la “ley Monsanto”, que entró en vigor en 2005 y promovió semillas genéticamente modificadas en beneficio de grandes corporaciones.
En el sexenio anterior, el gobierno federal intentó prohibir gradualmente el herbicida mediante decretos presidenciales, ante la evidencia de sus impactos en la salud y el ambiente. El primero se publicó el 31 de diciembre de 2020 en el Diario Oficial de la Federación, estableciendo su eliminación total para enero de 2024.
Un segundo decreto, emitido en febrero de 2023, aplazó la prohibición hasta marzo de 2024 y prohibió la importación de maíz transgénico para consumo humano. Sin embargo, días antes de la fecha límite, el gobierno anunció que mantendría su uso al no existir sustitutos probados que garantizaran la seguridad agroalimentaria.
El entonces presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó en abril de 2024 que el glifosato seguiría utilizándose mientras no hubiera una alternativa viable.
Presiones políticas y económicas
La controversia dividió al gabinete federal. El ex titular de Agricultura, Víctor Villalobos, defendió el uso del herbicida al considerar que su prohibición pondría en riesgo la producción de granos básicos. En contraste, el extinto Conahcyt y la Secretaría de Salud respaldaron la restricción.
El debate también llegó al Senado. En 2022, las senadoras Ana Lilia Rivera y Margarita Valdez propusieron reformas para regular y prohibir gradualmente los plaguicidas, mientras otros legisladores impulsaron ampliar el plazo de restricción. El cabildeo de trasnacionales y grandes productores frenó la discusión en 2024.
En paralelo, Bayer-Monsanto promovió amparos contra los decretos, hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó mantener la suspensión de la siembra de maíz transgénico.
Panorama actual y mercado
El gobierno actual no ha retomado el tema. En septiembre pasado se prohibieron 35 plaguicidas, sin incluir el glifosato. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural señaló que se trata de la primera de tres etapas y que podría haber nuevas prohibiciones en 2026.
En 2024, el mercado del glifosato en México alcanzó un valor superior a 352 millones de dólares, según Peter Rosset, profesor retirado de El Colegio de la Frontera Sur.
“Prohibirlo sería un golpe económico significativo, pero México sería el país más grande en eliminar completamente este producto tan tóxico y alentaría a otras naciones a hacer lo mismo”, afirmó.
Importaciones y T-MEC
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en 2019 ingresaron al país 86 mil 449 toneladas de glifosato. Para 2022, las importaciones se redujeron más de 50 por ciento.
La prohibición al maíz transgénico derivó en un panel de controversias del T-MEC, que falló en contra de México por considerar que la medida no se sustentaba en bases científicas, por lo que el gobierno revirtió la restricción en febrero pasado.
Alternativas y agroecología
Las expertas recordaron que, tras el decreto de 2020, el Conahcyt impulsó investigaciones para sustituir el glifosato mediante bioinsumos y prácticas agroecológicas. En 2022, la entonces titular del organismo, María Elena Álvarez-Buylla, informó que se identificaron 12 alternativas, cinco de ellas en desarrollo en México.
Entre las propuestas se incluyó reducir dosis, aplicar el herbicida de forma más eficiente, usar herbicidas caseros, desyerbar manualmente y promover el manejo integral de malezas, las cuales también aportan beneficios al suelo.




