Una estalagmita de la cueva Tzabnah, cerca de Mérida, Yucatán, proporcionó la evidencia más precisa hasta ahora sobre cómo el clima pudo afectar el colapso de la civilización maya en la región del Puuc.
El análisis de isótopos de oxígeno con precisión subanual permitió al equipo internacional identificar sequías severas durante el Clásico Terminal, incluyendo un episodio extraordinario de 13 años (929-942 dC) que coincidió con el declive de centros como Uxmal y Chichén Itzá.
“Nuestro objetivo nunca fue probar que la sequía causó la crisis del Clásico Terminal. Buscamos ofrecer el registro climático más preciso para que arqueólogos, antropólogos e historiadores analicen cómo las presiones ambientales interactuaron con los cambios sociales y políticos”, explicó Daniel H. James, investigador de la Universidad de Cambridge y director del proyecto.
Avances metodológicos
El proyecto, iniciado en los años 90, se centró en las estalagmitas de Tzabnah, con la participación de especialistas del Reino Unido, Estados Unidos y México. Investigaciones previas habían sugerido sequías en la región, pero los avances recientes permitieron analizar las variaciones estacionales con una precisión inédita.
- James define sequía extrema como tres años consecutivos sin lluvias suficientes para sostener cultivos esenciales como maíz, frijol y calabaza.
- Con esta metodología, se detectaron sequías de tres, seis y hasta 13 años, algunas coincidiendo con el declive cultural y la interrupción de inscripciones en Uxmal.
“En un sistema que veneraba la realeza divina, la falta de lluvias pese a los rituales pudo minar la confianza y detonar el descontento social”, señaló James.
Adaptación desigual
El estudio revela que no todos los centros mayas respondieron igual:
- Uxmal decayó ante la sequía prolongada, mientras Chichén Itzá prosperó, gracias a su estilo internacional y amplias redes comerciales.
- Los sitios del norte, acostumbrados a la aridez, desarrollaron sistemas hídricos más resistentes, mientras que ciudades como Calakmul y Tikal fueron abandonadas pese a su entorno más húmedo.
“Si un sitio resistió dos sequías de cuatro años, pero colapsó ante una de 13, eso revela sus límites de adaptación. Queremos superar la vieja discusión de si la sequía causó el colapso y plantear mejores preguntas sobre cómo influyó el clima en las estrategias de supervivencia”, agregó James.
Secretos geoquímicos
Fernanda Lases Hernández, de la Facultad de Química de la UNAM, destacó que cada estalagmita actúa como archivo natural del clima.
- La estalagmita Tzab06, de crecimiento rápido, permitió tomar hasta 12 muestras por año, reconstruyendo la lluvia con detalle subanual.
- Esto permitió crear un registro paleoclimático de alta resolución, útil para entender la relación entre sequías y cambios sociales.
Perspectiva histórica y contemporánea
Mark Brenner, investigador que ha estudiado el clima en la región maya durante décadas, destacó que los primeros análisis con sedimentos lacustres tenían limitada resolución, mientras que las estalagmitas permiten identificar sequías intranuales con precisión sin precedentes.
“En África, sequías de dos o tres años obligan a abandonar tierras. Esto dimensiona el reto que enfrentaron los mayas. Hoy, el cambio climático inducido por la acción humana vuelve a poner a la agricultura de temporal en riesgo”, reflexionó Brenner.
Los investigadores resaltan que los registros climáticos antiguos ayudan a comprender la persistencia de rituales mayas, como los dedicados a Chaac, dios de la lluvia, aún practicados en la región del Puuc, mostrando cómo la relación entre clima y sociedad perdura hasta hoy.




