China enfrenta un nuevo conflicto con Países Bajos en medio de la guerra de chips impulsada por Estados Unidos. La tensión escaló luego de que la tecnológica china Wingtech revelara que el control de su subsidiaria holandesa, Nexperia, fue congelado por intervención del gobierno y un tribunal neerlandés.
Wingtech informó que Nexperia ahora está bajo administración externa temporal, medida ordenada por el Ministerio de Asuntos Económicos de Países Bajos por razones de seguridad, según publicó la empresa en WeChat.
Razones de la medida
- El gobierno holandés justificó la intervención al invocar la ley de disponibilidad de bienes, ante “graves deficiencias de gobernanza” en Nexperia.
- La decisión busca evitar que productos terminados o semi terminados de la compañía no estuvieran disponibles, protegiendo así la continuidad y los conocimientos tecnológicos cruciales en suelo europeo.
- La industria automotriz de los Países Bajos y Europa sería la más afectada por cualquier pérdida de capacidad tecnológica.
Temor a la fuga de propiedad intelectual
Aunque el comunicado oficial no detalló los riesgos específicos, medios holandeses señalaron que la medida pretende evitar que propiedad intelectual de los chips se filtrara a China.
- Fuentes internas indicaron que Nexperia planeaba potencialmente transferir información sensible sobre sus semiconductores al país asiático, lo que se considera una amenaza para la seguridad económica y nacional.
Este episodio incrementa la tensión entre China y Países Bajos, ya afectadas en años recientes por las restricciones a la exportación de máquinas de litografía de ASML hacia compradores chinos.
Reacción de Wingtech y Nexperia
- Desde diciembre de 2024, Wingtech está en la “lista de entidades” de Estados Unidos, lo que prohíbe a empresas estadounidenses exportar tecnología sin licencia.
- Nexperia no comentó sobre la intervención, pero aseguró que Wingtech cumple con todas las leyes y regulaciones.
- La compañía calificó la medida holandesa como una “intervención excesiva, motivada por sesgos geopolíticos”, y no basada en una evaluación real de riesgos.



