La deforestación en Sudamérica está interrumpiendo los llamados “ríos voladores”, corrientes invisibles de vapor de agua que llevan la lluvia desde el Atlántico hasta gran parte del continente. Investigadores advierten que su debilitamiento ya genera sequías en Perú, incendios en el Amazonas y problemas hidroeléctricos en Ecuador, y que el proceso podría llevar a que partes de la selva tropical se conviertan en sabana.
Selva bajo presión
- Los ríos voladores nacen sobre el Atlántico y son impulsados por los vientos alisios hacia el interior del continente.
- La selva funciona como una bomba: los árboles absorben agua y la liberan nuevamente a la atmósfera, transportándola miles de kilómetros hacia los Andes.
- La pérdida de cobertura forestal reduce este flujo y deja sin lluvias a regiones enteras.
“El Amazonas ya ha perdido un 17% de su cobertura, principalmente por la expansión ganadera y agrícola”, explicó el científico climático Carlos Nobre, quien advirtió:
“Si la deforestación supera el 20 o 25% y el calentamiento alcanza los 2 °C, no hay forma de evitar que el Amazonas llegue a un punto de inflexión”.
Impactos visibles
El análisis del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) reveló que el sur de Perú y el norte de Bolivia son especialmente vulnerables, ya que en temporada seca los ríos voladores cruzan zonas de Brasil con fuerte deforestación. Esto reduce la humedad que debería llegar a los Andes y aumenta el riesgo de sequías en áreas protegidas como el Parque Nacional Manu.
Corine Vriesendorp, de Amazon Conservation, señaló que los efectos ya se sienten en las comunidades:
“Los últimos dos años han sido los más secos registrados en el Amazonas. Los calendarios ecológicos indígenas están cada vez más desincronizados”.
Un futuro incierto
- Agricultores enfrentan pérdidas de cosechas.
- Familias indígenas padecen temporadas irregulares de pesca y caza.
- Ciudades que dependen de hidroeléctricas sufren cortes de energía.
Nobre y Finer, investigadores de MAAP, coinciden en que la solución pasa por frenar la deforestación, restaurar áreas degradadas y proteger las tierras indígenas. Además, proponen nuevas categorías de conservación que resguarden no solo la tierra, sino también los flujos atmosféricos que sostienen la selva.
“Necesitamos cero deforestación, degradación e incendios, de inmediato”, insistió Nobre.
La conclusión de los expertos es clara: ningún país puede enfrentar este desafío en solitario. La cooperación regional es indispensable para salvar al Amazonas y evitar que alcance un punto de no retorno.