Los cráteres de la Luna podrían contener más de mil millones de dólares en metales preciosos como platino, rodio e iridio, según un grupo de astrónomos de la Universidad de Oxford. Estos minerales habrían llegado al satélite a través de impactos de asteroides, cometas y meteoritos ricos en tales elementos.
La investigación fue liderada por el astrónomo Jayanth Chennamangalam, quien plantea que la explotación de recursos espaciales podría financiar la exploración del sistema solar.
“Si logramos monetizar los recursos espaciales, ya sea en la Luna o en asteroides, las empresas privadas invertirán en la exploración del sistema solar”,
afirmó el especialista.
No obstante, como advierte la revista New Scientist, la legalidad de la minería lunar sigue siendo incierta.
Una fortuna escondida en la Luna
El modelo creado por los investigadores estima que, de los casi 1.3 millones de cráteres lunares con diámetro superior a un kilómetro, alrededor de 6,500 contienen cantidades comerciales de metales del grupo del platino. Además, se identificaron unos 3,400 cráteres con agua en forma de minerales hidratados.
Según Chennamangalam, aún hay muchos más cráteres con restos de asteroides ricos en minerales que podrían explotarse. En conjunto, el valor potencial de estos recursos se calcula en alrededor de mil millones de dólares.
Minería espacial: alternativa al desgaste terrestre
La minería espacial es vista como una alternativa a la minería terrestre, señalada por su impacto ambiental y por la disminución de recursos accesibles en nuestro planeta.
“Tiene un enorme potencial debido a la abundancia de varios minerales de interés económico en el espacio”,
explicó el geólogo Douglas Galante, en declaraciones a Jornal da USP.
La Luna, por su cercanía y por tener una gravedad seis veces menor a la de la Tierra, sería un entorno más favorable para iniciar esta actividad en comparación con otros cuerpos celestes.
El dilema legal
El principal obstáculo no es tecnológico, sino jurídico. El Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 establece que el espacio exterior, incluida la Luna,
“no está sujeto a apropiación nacional por reivindicación de soberanía, mediante uso u ocupación, ni por ningún otro medio”.
Esto deja en un terreno gris cualquier intento de explotación privada de los recursos lunares.