La desigualdad económica mundial se encuentra en uno de sus niveles más altos, de acuerdo con el Banco Mundial. La pandemia de coronavirus profundizó la brecha entre ricos y pobres, lo que incluso abrió debates en espacios tradicionalmente ortodoxos, como la Reserva Federal de Estados Unidos. En 2021, una iniciativa de ley buscó que ese organismo incluyera la reducción de desigualdades en su mandato, aunque fue frenada en el Senado.
En México, este debate cobra relevancia justo cuando el Banco de México (BdeM) cumple 100 años. El 1 de septiembre de 1925, el presidente Plutarco Elías Calles inauguró la institución con el mandato de mantener la estabilidad de precios. Sin embargo, especialistas coinciden en que su diseño, heredado de la posguerra, consolidó una política que castigó los salarios durante décadas y amplió las desigualdades.
Hace un siglo, el #BancodeMéxico inició su camino como #TuBancoCentral. Desde entonces, trabajamos por el bienestar de las familias mexicanas ¡Hoy, celebramos contigo nuestro #100Aniversario! pic.twitter.com/KbAfZrBI3H
— Banco de México (@Banxico) September 1, 2025
Estabilidad a costa del salario
La Constitución establece que el objetivo prioritario del banco central es “procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado”.
“Se ha logrado la estabilidad, pero de cierto modo ha sido a costa de la posibilidad de hacer crecer la economía, de tener anclas para la estabilidad de precios, entre ellos el salario mínimo y, al final, sí ha sido a costa de la mayoría de las personas”,
señaló Carlos Brown, director de Programas en Oxfam México.
De 1997 a 2018, el salario mínimo en México apenas creció 11.2% en términos reales, bajo la lógica de que un aumento generaría inflación.
“Había todo un sistema para no aumentar el salario mínimo bajo una falsísima creencia –basada en análisis mal hechos y nacidos en el Banco de México– de que si te metías con el salario mínimo ibas a provocar un efecto inflacionario brutal”,
agregó Brown.
El dogma se rompió a partir de 2018, cuando los incrementos sostenidos al salario mínimo no provocaron efectos inflacionarios de relevancia. Para 2024, la remuneración base ya había duplicado su valor.
La política monetaria y la desigualdad
Para especialistas como Moritz Cruz Blanco, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, el modelo ortodoxo de los bancos centrales se sostiene en un supuesto erróneo: el pleno empleo.
“La política monetaria está haciendo más ricos a los ricos”,
sintetizó el académico.
El alza en las tasas de interés beneficia a quienes poseen activos financieros, mientras encarece el crédito y la deuda pública, reduciendo los recursos disponibles para educación, salud e infraestructura.
Entre 2021 y 2023, el Banco de México elevó su tasa de referencia hasta 11.25%, lo que disparó las ganancias bancarias y encareció el servicio de la deuda. En los hogares, la diferencia fue evidente: mientras algunos aprovecharon rendimientos, la mayoría enfrentó mayores costos para adquirir bienes o pagar deudas.
Un debate que avanza lento
El tema no es exclusivo de México. Tras la pandemia, uno de cada diez discursos de banqueros centrales en el mundo incluyó los términos “desigualdad” o “impacto distributivo de la política monetaria”, según Agustín Carstens, ex gobernador del BdeM y actual gerente general del Banco de Pagos Internacionales.
Carstens reconoció que desde 1980 las brechas de renta y riqueza han aumentado, pero subrayó que los bancos centrales no cuentan con herramientas directas para atender la desigualdad, a diferencia de la política fiscal.
“Cumplir con el mandato de los bancos centrales de garantizar la estabilidad macroeconómica proporciona la mejor base para una sociedad equitativa”,
afirmó el ex banquero central.
¿Qué se puede cambiar?
Aunque la autonomía del banco central se considera intocable, especialistas apuntan posibles ajustes:
- Regionalizar la política monetaria, como ocurre en la Fed, para atender desigualdades territoriales.
- Regular el sistema financiero y abaratar el costo del crédito.
- Coordinar la política fiscal y monetaria, evitando que trabajen en direcciones opuestas.
“El Banco de México tiene análisis regionales, pero sus decisiones siguen siendo únicas. Quizá sea momento de pensar si la política monetaria puede tener un objetivo relacionado con reducir desigualdades territoriales”,
planteó Brown Solà.
Por ahora, los debates sobre el papel de los bancos centrales frente a la desigualdad permanecen pausados, aunque las presiones económicas y sociales mantienen vivo el cuestionamiento.