Desde su lanzamiento en 2021, Windows 11 ha enfrentado una de las críticas más recurrentes: su lentitud. A pesar de ejecutarse en equipos modernos, acciones tan básicas como abrir un menú contextual o lanzar el administrador de tareas pueden tornarse más pesadas de lo esperado.
El youtuber epcidiy expuso recientemente que la causa radica en las tecnologías que Microsoft eligió para dar una apariencia renovada al sistema operativo.
El costo de las interfaces modernas
De acuerdo con el creador de contenido, los responsables son dos componentes clave: las islas XML y el Lenguaje de Marcado de Aplicaciones Extensible (XAML).
- XAML permite separar la lógica de las aplicaciones del diseño de la interfaz, facilitando su desarrollo.
- Islas XML integran elementos XAML dentro de aplicaciones clásicas de Windows.
Si bien estas herramientas aportan uniformidad visual y modernidad, también ralentizan el renderizado y vuelven más compleja la ejecución de tareas.
La GPU, una solución limitada
La aceleración mediante GPU podría parecer la respuesta, pero en la práctica no siempre lo es. Los sistemas suelen dar prioridad al ahorro de energía, delegando procesos a la tarjeta gráfica integrada. El resultado: menor rendimiento.
Además, muchas acciones simples —como desplegar un menú— no sacan provecho real del poder de las GPU. El canal comparó esta situación con usar un coche para recorrer una distancia que sería más rápida en bicicleta.
El contraste se hace evidente al comparar el menú clásico de Windows con el moderno: el primero es notablemente más ágil y consume menos recursos.
Estética vs. rendimiento
Con Windows 11, Microsoft buscó unificar y modernizar la experiencia visual. Sin embargo, al priorizar la estética sobre la fluidez, abrió un debate entre usuarios y especialistas:
¿Vale la pena sacrificar el rendimiento en favor de una apariencia más moderna o es necesario replantear el rumbo de la interfaz en futuros sistemas operativos?