En el 4 de abril se cumplieron 50 años desde que Bill Gates y Paul Allen fundaron Microsoft, un hito que marcaría el inicio de uno de los imperios tecnológicos más influyentes de la historia. Más allá de su vigencia, lo sorprendente es cómo su legado sigue profundamente presente en sectores esenciales de la vida cotidiana.
Ecos del pasado en hospitales, trenes y gobiernos
A pesar del avance tecnológico y las enormes inversiones en inteligencia artificial que ha hecho Microsoft en años recientes, una parte importante del mundo sigue dependiendo de sistemas operativos desarrollados hace más de dos décadas.
- Hospitales aún utilizan Windows XP.
- Trenes alemanes requieren técnicos especializados en Windows 3.1.1 o MS-DOS.
- Departamentos gubernamentales en EU trabajan con arquitecturas informáticas de 1985.
Estos casos demuestran que la estabilidad, la compatibilidad y el alto costo de modernización han hecho que muchas infraestructuras críticas permanezcan en versiones antiguas de Windows, sin importar que ya no tengan soporte técnico ni actualizaciones de seguridad.
“Cambiar un sistema operativo en un hospital o un tren no es tan simple como actualizar una computadora personal. Implica reescribir software, adquirir nuevo hardware y cumplir normativas estrictas”, destaca la BBC.
Una dependencia invisible
Esta permanencia no es casualidad, sino el resultado de una estrategia comercial que Microsoft adoptó desde sus inicios: permitir que los usuarios mantuvieran su hardware mientras compraran licencias de software, en lugar de imponer la obsolescencia como lo hace, por ejemplo, Apple.
Esta filosofía convirtió a Windows en una “capa invisible” que sostiene buena parte de la infraestructura mundial, aun cuando en muchos casos los sistemas sean obsoletos y vulnerables.
Un ejemplo extremo: la red ferroviaria de San Francisco aún utiliza disquetes para cargar el sistema DOS que la mantiene en funcionamiento.
El costo de seguir funcionando
Esta longevidad tiene un precio.
- Se depende de sistemas sin soporte ni desarrolladores activos.
- Se pone en riesgo la seguridad de datos e infraestructuras.
- Se requieren técnicos especializados en tecnologías prácticamente extintas.
Sin embargo, para muchas instituciones es más viable seguir pagando licencias y mantener equipos antiguos que realizar una actualización completa.
En perspectiva, esta situación explica parte del éxito y la fortuna de Bill Gates: Windows no solo fue un producto exitoso, sino que se convirtió en la infraestructura definitiva que, medio siglo después, aún sostiene silenciosamente a buena parte del mundo moderno.