El ícono de Black Sabbath falleció semanas después de su último concierto; su legado marcó generaciones.
Ozzy Osbourne, figura clave en la historia del heavy metal y vocalista de Black Sabbath, murió este martes a los 76 años, poco después de ofrecer su último concierto en Reino Unido. La noticia fue confirmada por su familia a través de un comunicado:
“Estaba con su familia y rodeado de amor. Pedimos respeto a nuestra privacidad en este momento”.
Desde sus inicios en Birmingham, Inglaterra, Osbourne pasó de ser un joven influenciado por los Beatles a encabezar una de las bandas más influyentes del rock. Con álbumes como Black Sabbath y Paranoid, la banda estableció las bases del metal, con himnos como “War Pigs” y “Iron Man”.
A pesar de sus excesos —que incluyeron el famoso incidente en que mordió la cabeza de un murciélago en pleno concierto— Osbourne también fue reconocido por su honestidad brutal y carisma. En 1979 fue despedido de Sabbath por su comportamiento errático, pero regresó más fuerte como solista con álbumes como Blizzard of Ozz, donde nacieron temas como “Crazy Train” y “Goodbye to Romance”.
Un adiós multitudinario
Su último show, en julio de 2025, reunió a 42 mil fans y a estrellas como Metallica, Guns N’ Roses, Tool y Pantera. El actor Jason Momoa fue el anfitrión del evento.
En vida, Ozzy fue doblemente incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll: primero con Black Sabbath (2006) y después como solista (2024). Jack Black lo describió como “el mejor líder en la historia del rock ‘n’ roll”.
Más allá del escenario
Durante los 2000, mostró un lado íntimo en el reality The Osbournes, junto a su esposa Sharon y sus hijos. Su vida, marcada por momentos extremos, también incluyó homenajes insólitos, como una rana amazónica que lleva su nombre: Dendropsophus ozzyi.
Le sobreviven su esposa Sharon y sus cinco hijos. Su música, su estilo y su espíritu rebelde seguirán resonando en cada acorde del metal.