Aunque la adicción a la pornografía no está oficialmente reconocida, sí se identifican usos problemáticos cuando el consumo interfiere con la vida cotidiana o las relaciones. En muchos casos, las personas o sus parejas detectan esta conducta como un problema.
Un estudio anterior a la pandemia señaló que el conflicto entre creencias personales —como las religiosas— y el consumo de porno puede hacer que una persona perciba su conducta como adictiva, incluso sin cumplir criterios clínicos. Desde esta mirada, se trata más de un dilema moral que de una adicción real.
El tipo de contenido también importa
Una investigación canadiense reciente encontró que el porno con enfoque romántico se asocia con mayor satisfacción sexual, mientras que el contenido más violento o de control, con menor bienestar. Como ocurre con otros contenidos digitales, el tipo de estímulo influye en los efectos que genera.
¿Puede haber adicción a la pornografía?
Alejandro Villena, psicólogo e investigador de la Universidad Internacional de La Rioja, sostiene que “no hay pornografía sin consecuencias”. Según explica, el 80% de los casos de Trastorno por Comportamiento Sexual Compulsivo (TCSC) están vinculados con este contenido.
Desde 2014 se usa el término “Uso Problemático de la Pornografía”, basado en seis señales típicas de adicción: consumo excesivo, tolerancia, abstinencia, uso para regular emociones, impacto en la vida diaria y dificultad para controlarlo.
Estudios con imágenes cerebrales también han detectado reacciones similares a las de otras adicciones, como la del juego o ciertas drogas, lo que abre la posibilidad de aplicar tratamientos similares.
Impacto en el desarrollo y la vida diaria
Para el neurocientífico Ignacio Obeso, los efectos de la pornografía son especialmente nocivos en la adolescencia. Puede afectar el procesamiento de estímulos sexuales y generar expectativas poco realistas. Además, sugiere que un uso excesivo puede disminuir el interés por el sexo real, al no igualar el nivel de novedad constante que ofrece internet.
Ignacio Obeso (@ignacio_obeso), neurocientífico del @CSIC : “El uso prematuro de #pornografía tiene consecuencias graves: se vuelven violentos”.
— Viramundeando (@viramundeando) May 12, 2024
👉🏻 “Quizás en unos años veamos más incidencia de adicciones al sexo online”https://t.co/jjpF7T3Yus vía @el_pais
El impacto, sin embargo, varía. Para algunas personas, el consumo no afecta su vida diaria. Para otras, puede tener consecuencias serias en su bienestar, pareja o desempeño laboral. El problema se agrava cuando hay trastornos como ansiedad, depresión o TDAH.
¿Diagnóstico moral o problema real?
Villena advierte que algunas personas podrían verse como adictas por un juicio moral, aun sin criterios clínicos. Pero también existe el extremo opuesto: quienes no cuestionan nada y, por ello, corren más riesgo de caer en conductas compulsivas.
Cada caso requiere un enfoque distinto. Algunas personas necesitarán apoyo para reconciliar sus valores con su sexualidad, mientras que otras sí podrían requerir tratamiento específico.