La química Sofía Guillermina Burillo Amezcua, pionera en la modificación de plásticos mediante radiación, ha desarrollado una tecnología que mejora la esterilización de dispositivos médicos al eliminar el uso de aditivos y catalizadores potencialmente tóxicos. Esta técnica no solo evita la adhesión de bacterias en los materiales, sino que también puede convertirlos en bactericidas.
Burillo Amezcua es fundadora del Laboratorio de Química de Radiación en Macromoléculas del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, un espacio clave en el desarrollo de plásticos modificados para aplicaciones médicas e industriales. Explicó que su equipo trabaja con polímeros como catéteres, hilos de sutura y parches quirúrgicos, modificados mediante radiación, lo que los hace más seguros para el cuerpo humano.
La #química de #radiaciones para esterilizar dispositivos médicos es un sustituto de los métodos tradicionales que emplean aditivos y catalizadores potencialmente tóxicos.
— Instituto de Ciencias Nucleares UNAM Oficial (@icnunam) April 23, 2025
Lee la entrevista que @lajornadaonline le hizo a la dra. Guillermina Burillo https://t.co/gf5Iomt3Zo
Uno de los enfoques recientes del laboratorio es el diseño de materiales antimicrobianos, esenciales para prevenir infecciones causadas por biopelículas bacterianas en dispositivos médicos.
“Con nuestra tecnología, podemos modificar la superficie de los materiales para evitar que las bacterias se adhieran o para hacerlos bactericidas”, explicó la científica.
Otro de sus proyectos se centra en hidrogeles inteligentes para ingeniería de tejidos. Estos materiales pueden responder a cambios de temperatura y pH, permitiendo una liberación controlada de medicamentos y favoreciendo la regeneración celular.
Con más de 150 publicaciones en revistas científicas y participación en foros nacionales e internacionales, Burillo Amezcua ha recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Química, el Sor Juana Inés de la Cruz y es investigadora emérita del Sistema Nacional de Investigadores.

Desde joven mostró interés por las matemáticas, pero las barreras de género limitaron sus opciones profesionales.
“Me dijeron hace 53 años que no había plazas de trabajo y menos siendo mujer, que a lo más que podía aspirar era a ser profesora de secundaria”, recordó.
Ante ese panorama, decidió estudiar química, carrera que le permitió combinar sus pasiones por la física y las matemáticas. Realizó estudios de licenciatura y maestría en química y química nuclear, y más adelante se especializó en radiaciones en macromoléculas en la Universidad Pierre y Marie Curie, en Francia.
“Me fui con mis hijos pequeños, después de que mi esposo falleciera en un accidente de tránsito. La universidad ya me había contratado, así que al terminar el doctorado, regresé a México”, compartió.
Al integrarse al ICN, enfrentó discriminación por ser mujer y por pertenecer al área de química en un entorno dominado por hombres y por la física teórica.
“Los químicos éramos considerados de segunda categoría. Pero con el tiempo, las cosas han cambiado y las mujeres hemos ido ganando reconocimiento”, destacó.
Hoy, su trayectoria es un ejemplo del impacto de la ciencia en la salud y la industria, así como una inspiración para las nuevas generaciones.
“Siempre quise llegar al último nivel, obtener un Premio Nacional de Química, ser Investigadora Emérita, y lo logré. Pero, sobre todo, me apasiona seguir investigando y aportando a la ciencia”.
A los jóvenes interesados en la ciencia les deja un consejo:
“Tengan curiosidad científica, interés de saber qué pasa, la inquietud de conocer más. Ser investigadora requiere mucho esfuerzo, es un camino difícil, pero si alguien tiene pasión por el área que sea, puede lograrlo”.