Una niña de 10 años, ciudadana estadounidense y residente en Texas, fue deportada a México junto con sus padres y cuatro de sus hermanos, a pesar de que se encuentra bajo tratamiento para un cáncer cerebral. La familia, ahora en territorio mexicano, busca desesperadamente regresar a Estados Unidos para que la menor pueda continuar con su terapia oncológica, según informó NBC News.
El 4 de febrero, agentes de inmigración detuvieron a la familia cuando viajaban de su hogar en Río Grande a Houston para una revisión médica urgente. Aunque en visitas anteriores a los especialistas no habían tenido problemas, en esta ocasión fueron interceptados en un control fronterizo y expulsados del país.
La madre intentó explicar la condición médica de su hija a los agentes, pero estos se negaron a escuchar, según relató a la prensa. Danny Woodward, abogado de la familia y representante del Proyecto de Derechos Civiles de Texas, señaló que los padres no tienen antecedentes penales, aunque carecen de un estatus migratorio válido.
Por otra parte, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, reiteró que el gobierno perseguirá a las llamadas “ciudades santuario” por negarse a colaborar con las autoridades federales en la aplicación de las leyes de inmigración, argumentando que estas protegen a delincuentes.
En otro tema migratorio, un juez federal falló en contra de activistas que intentaban evitar que más migrantes fueran enviados a la base militar de Guantánamo, justo después de que la administración de Donald Trump transfiriera a todos los migrantes fuera de la instalación en Cuba.
Un análisis de The Washington Post señala que diversos obstáculos logísticos, legales y financieros ponen en duda el plan del expresidente de albergar a 30 mil personas en Guantánamo. Actualmente, la prisión tiene capacidad para 180 detenidos, aunque con la instalación de tiendas de campaña equipadas con servicios adicionales, podría albergar hasta 3,120 personas.