Pionyang ha realizado este domingo una prueba de misiles de crucero estratégicos, bajo la supervisión de Kim Jong-un, su primer test armamentístico desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Corea del Norte advirtió a Estados Unidos que tomará “las contramedidas más duras” si continúa rechazando su soberanía y seguridad.
Según la agencia estatal KCNA, la prueba tuvo como objetivo “elevar la efectividad de las medidas estratégicas contra posibles enemigos”, respondiendo a un “entorno cambiante de seguridad”. Además, Corea del Norte condenó las maniobras conjuntas recientes entre Estados Unidos y Corea del Sur, señalando que tales “preocupantes provocaciones” requieren una respuesta.
El Ministerio de Exteriores norcoreano expresó su molestia por los ejercicios militares conjuntos entre Seúl, Tokio y Washington, incluyendo la participación de un bombardero estratégico B-1B de EE.UU. en la semana anterior. “La DPRK debe responder a los Estados Unidos con las contramedidas más duras mientras sigan rechazando nuestra soberanía y nuestros intereses de seguridad”, indicó el comunicado.
Corea del Norte también acusó a Estados Unidos de intensificar el “peligroso entorno de seguridad” en la región con su expansión militar. Sin embargo, el líder norcoreano reiteró el compromiso de Pionyang con la paz, señalando que su país continuará fortaleciendo su poder militar para defender una “paz sostenible y duradera”.
Los misiles de crucero lanzados por Corea del Norte alcanzaron objetivos a unos 1,500 kilómetros de distancia, según el gobierno de Pionyang, y no tuvieron impacto en la seguridad de los países vecinos. El Ejército surcoreano corroboró el lanzamiento y está analizando las características de la prueba.
Este lanzamiento se produce poco después de que Donald Trump manifestara su disposición a reunirse con Kim Jong-un en el futuro, destacando que el líder norcoreano es “un tipo inteligente”. Sin embargo, las negociaciones de desnuclearización entre ambos países durante el primer mandato de Trump no tuvieron éxito.