Ciudad de México.- El año pasado dejó claro que en América Latina había descontento con los partidos en el poder, consideró Steven Levitsky, director del Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard. Sin embargo, apuntó, México fue la excepción.
“El patrón principal ha sido una ola antioficialista, antincumbent -como diríamos en inglés-, que vimos en Estados Unidos, que vimos en casi toda la región y todo el mundo”, dijo en entrevista previo a una visita esta semana al País.
“Son muy pocos los Gobiernos democráticos que han sido reelegidos. (Nicolás) Maduro logró ser reelegido (en Venezuela) pero con el fraude más radical, más desnudo de la historia moderna de América Latina”.
A diferencia de Estados Unidos, donde el Partido Republicano logró arrebatar a los demócratas el Ejecutivo y el Congreso, en México, Morena retuvo la Presidencia y consiguió mayoría legislativa debido a una Oposición deslegitimada, apuntó Levitsky.
“No es culpa de Morena”, matizó, “la Oposición mexicana está muy debilitada, y una Oposición débil siempre es un peligro para la democracia. La democracia siempre necesita una Oposición fuerte, y hoy en día México no lo tiene”.
¿Qué retos enfrentará América Latina en 2025?
Primero veremos qué pasa en Estados Unidos. Si (el Presidente electo) Donald Trump hace la mitad de lo que ha dicho en términos de su política de comercio exterior, la promesa de aranceles puede causar una destrucción mayor en la economía mexicana, y si impulsa una política de deportación masiva -se habla de más de un millón de personas, de hasta 15 millones de personas- eso también puede tener un efecto enorme en México, en Centroamérica.
Otro tema es el crimen organizado y la violencia -sobre todo en México y Centroamérica, pero también en Ecuador- que está no solamente afectando la calidad de la democracia y erosionando el Estado de Derecho, pero está afectando la estabilidad democrática; lo vimos en El Salvador, que acabó el régimen democrático sobre todo por el tema de violencia, y está amenazando la democracia en países muy débiles como Ecuador, Guatemala y Honduras.
El crimen organizado y la migración son problemas transversales que van desde el sur, hasta México y llegan a Estados Unidos. ¿Qué ha hecho falta para que los Gobiernos latinoamericanos combatan de manera conjunta estas situaciones? Porque pareciera que lo hacen de manera unilateral…
La cooperación internacional o trasnacional o regional siempre es un desafío enorme, es superdifícil. Cada Estado tiene sus intereses particulares, tienen economías de tamaño diferente, Gobiernos de ideologías muy diferentes, de izquierda, de derecha. Hoy en día, quizá Colombia, Brasil, Gobiernos más de izquierda podrían hablar, pero entre Argentina y Brasil casi no se hablan por diferencias ideológicas… ha habido también choques muy fuertes entre México y algunos Gobiernos de derecha en América del Sur.
La cooperación siempre ha sido difícil. Realmente en el mundo moderno sólo tenemos el ejemplo de la Unión Europea de una cooperación duradera -que también tiene sus limitaciones y sus flancos débiles políticos-.
Estados Unidos ya no tiene la influencia ni la legitimidad que quizá tuvo en los años 90 cuando intentó liderar una integración económica, y básicamente fracasó en los 90. Ahora Estados Unidos no tiene ni la voluntad, ni la capacidad que tenía en los 90, entonces el liderazgo de Estados Unidos creo que va a desaparecer. Ni Brasil ni México, que son los países más grandes de la región, han mostrado la voluntad o la capacidad de ejercer liderazgo en la región.
Es lamentable, pero son batallas que cada Gobierno está librando solo.
¿Hay posibilidad de que la futura Administración de Donald Trump reconozca la ventaja comercial con México, que no le conviene dejar de tener libre comercio con México debido a que México es su socio más importante por la frontera compartida?
La esperanza para quienes nos oponemos a una política estadounidense más proteccionista es que el sector empresarial convenza a la Administración de Trump que sería costoso para los intereses de las propias empresas estadounidenses imponer esas barreras.
No sabemos. Trump no tiene la política proporcional de seguir los consejos de expertos, de asesores; tiene instintos muy personalistas, a veces populistas, así que es muy difícil de predecir.
Sería una tontería imponer o fomentar una política proteccionista sobre todo hacia México, donde hay tanta dependencia, tanta inversión de empresas estadounidenses que producen en México y que dependen de insumos en México. La dependencia de las propias empresas estadounidenses en el libre comercio es tal que sería una tontería.
También la expulsión de 15 millones de trabajadores de la economía estadounidense sería una tontería. Pero a diferencia de la mayoría de los Gobiernos republicanos y demócratas, que gobiernan de una manera mínimamente racional, este Gobierno (el de Trump) es diferente, es muy personalista; el Gabinete no es un gabinete de tecnócratas, expertos profesionales, es más parecido a un clown show, a una payasada.
Mantengo la esperanza, pero no tengo la certeza de que (Trump) va a seguir una política racional. Trump tiene instintos mercantilistas, y su instinto principal es el bullying, es utilizar la fuerza, las asimetrías de poder para lograr ganancias en el corto plazo, sin pensar en el largo plazo y sin pensar en las consecuencias que no son inmediatas.
En México, Morena retuvo el Ejecutivo y obtuvo mayoría en el Congreso. En Estados Unidos, el Partido Republicano ganó la Presidencia y también se quedó con la mayoría del Congreso, ¿en qué medida ello puede llegar a poner en riesgo la democracia, el equilibrio de poderes o el Estado de Derecho?
Hay varios matices. El hecho de que en un sistema presidencialista un solo partido gana la Presidencia y el Congreso es relativamente común, es normal, y no tiene que ser una amenaza a la democracia. En Uruguay es común que el partido que gana la Presidencia gana la mayoría en el Congreso. Muchas veces en Costa Rica el partido, en el pasado, que gana la Presidencia también gana el Congreso. En Argentina ha ocurrido. Hay coaliciones que tienen mayoría en el Congreso en Chile, es común. Y también en Estados Unidos, Barack Obama ganó una mayoría en el Congreso. Es bastante común, y podría ser y debería ser normal. Si los partidos dominantes están plenamente comprometidos con las reglas del juego de la democracia y si no existe una extrema polarización debería ser normal. Los partidos saben que en el futuro no van a tener una mayoría, que el otro partido va a estar en el poder, así que no deberían cruzar ciertas líneas porque quieren mantener una buena relación para cuando no estén en el poder.
Hay dos excepciones que pueden generar más peligro. Primero si existe una situación de alta polarización y/o un partido no está plenamente comprometido con las reglas del juego de la democracia, ahí tienes problemas sobre todo si controlan todas las ramas del Gobierno. Yo diría que al menos en el caso de Estados Unidos, el Partido Republicano ya no está comprometido plenamente con la democracia y que también Morena ya no está comprometido con las reglas del juego democrático. Entonces dar la mayoría a un partido que no está 100 por ciento comprometido con la democracia es un peligro. Es más peligrosa la situación en México porque Morena tiene básicamente dos tercios, muy muy cerca de una supermayoría, suficiente para cambiar de una manera unilateral la Constitución, esto es superpeligroso.
En Estados Unidos, el Partido Republicano no tiene esa mayoría ni cerca, y, de hecho, aunque ganaron la mayoría en el Senado y ganaron la mayoría en la Cámara, es una mayoría chiquita, y hay una asimetría, un equilibrio de poder más favorable a la democracia. El Partido Demócrata perdió, pero sigue estando fuerte y con muchas posibilidades de ganar una mayoría, por ejemplo, de la Cámara en 2026.
En México, lamentablemente, y eso no es culpa de Morena, hay una asimetría entre el poder electoral de Morena y la Oposición, porque el PRI y el PAN están muy debilitados, muy deslegitimados y no han logrado en los últimos seis años cambiarlo, recuperarse. México no tiene una fuerza partidaria de Oposición parecida al Partido Demócrata en Estados Unidos.
En este sentido, sin una Oposición fuerte, ¿qué le queda a México?
Yo soy más optimista que muchos analistas en cuanto a la democracia mexicana. Las instituciones mexicanas son mucho más fuertes que hace algunas décadas, y aunque la Oposición partidaria es débil, México tiene una sociedad civil, una clase media mucho más robusta que hace 30-40 años, y mucho más robusta que muchos países de América Latina.
El problema es la tremenda deslegitimación de los partidos de centroderecha PRI y PAN que tuvo su auge en 2018 con la elección aplastante de AMLO, y que no han podido recuperar o cambiar.
(La Presidenta Claudia) Sheinbaum no tiene el carisma y el talento político como AMLO, y como hemos visto en todo América Latina, gobernar en estos días es difícil, y gobernar México en los próximos seis años va a ser difícil, y le va a costar a Sheinbaum más que lo que le costó a AMLO, sobre todo porque una pelea con Trump puede ser desastrosa para la economía. Pero podría beneficiar a la democracia porque creo que va a debilitar a Morena en términos políticos y electorales. No sabemos todavía cómo va a terminar siendo la relación entre Trump y Sheinbaum, pero creo que eso también podría debilitar un poco al Gobierno. El debilitamiento del Gobierno de Morena creo que va a terminar beneficiando a la democracia mexicana, va a generar un equilibrio de poder entre Gobierno y Oposición más sano.