PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Amigas, amigos de Veracruz:

Nos da mucho gusto estar en esta ceremonia de inauguración de una primera etapa en la restauración de este monumento histórico, posiblemente el monumento histórico más importante de la Colonia hasta nuestros días, este Fuerte de San Juan de Ulúa.

La verdad es que el gran monumento histórico es por entero el estado de Veracruz, no se podría uno explicar la historia de México sin Veracruz y sin este puerto. Aquí, como lo mencionó el almirante, se terminó de consumar la Independencia, 1825. Aquí también se enfrentó la primera invasión francesa, 1838, cuando ya se habían expulsado a los españoles y querían llenar ese vacío los franceses para volvernos a convertir en colonia, con un pretexto pueril: la deuda de un mexicano que no quiso pagar unos pasteles en Tacubaya, por eso se le llamó a esa intervención ‘La guerra de los pasteles’.

Luego, la defensa también del puerto cuando el gran zarpazo, cuando nos invadieron los estadounidenses en 1847, 48, y nos arrebataron la mitad de nuestro territorio.

Aquí se defendió nuestra independencia; se participó también para, de nuevo, expulsar a los franceses.

En la segunda intervención estadounidense, de 1914, Veracruz de nuevo, no sólo los marinos, sino el pueblo defendió nuestra independencia, nuestra soberanía. Murieron muchos civiles que se enfrentaron a las tropas invasoras.

De modo que es mucha la historia de Veracruz. Y estar en este fuerte significa la defensa de nuestra independencia, pero también, como lo mencionaba Alejandra, este fuerte simboliza la libertad, porque fue cárcel y no pudieron estas paredes húmedas que causaban la muerte a los prisioneros, no pudieron impedir las transformaciones.

Aquí estuvo preso Benito Juárez y salió a defender la libertad de la tiranía de Antonio López de Santa Anna, salió de la cárcel, se fue al extranjero, entró por el Pacífico, se puso a las órdenes de Juan Álvarez y se inició el movimiento de Ayutla para acabar con esa tiranía de Santa Anna, que representó el que ocupara, de hecho y de derecho, de facto y de iure 11 veces la presidencia de México.

Y aquí Juárez después mantuvo la República y desde Veracruz se firmaron las Leyes de Reforma. Por eso, así como estamos iniciando la restauración de este fuerte, hoy en la mañana hablábamos de que vamos a restaurar también el edificio de frente a la aduana donde se firmaron las Leyes de Reforma.

Y, bueno, hablando de presos, fíjense, dos momentos importantes en la historia:

Se inicia el movimiento revolucionario en Cananea con una huelga de trabajadores, y reprimen ese movimiento de manera cruel. Y estaba de encargado de Gobernación Ramón Corral, que era de Sonora, y los gobernadores del porfiriato, en Sonora y en todos lados, pues eran muy autoritarios; imagínense que para arrebatarles las tierras a los yaquis asesinaron a 15 mil yaquis. Esa era la situación que prevalecía de autoritarismo.

Entonces, cuando detienen a los dirigentes de la huelga de Cananea los gobernadores, junto con el dueño de la mina, un coronel, Greene, le mandan a informar a Corral que iban a fusilar a los cabecillas, como se les llamaba entonces a los opositores. Uno de ellos, Esteban Baca Calderón.

Corral, que era autoritario, pero inteligente, les dice: ‘No, se va a convulsionar más el país; yo les voy a mandar a un juez de distrito’, y ese fue el juez de distrito, Sodi —luego llegó a ser presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación—, pues ese juez de distrito condenó a Esteban Baca Calderón a prisión aquí, en este fuerte de San Juan Bautista.

Luego, como a los dos años, que ya había movimientos aquí en Veracruz, Santana Rodríguez se levanta en armas en el sur, en Acayuca, ‘Santanón’, y todos ellos venían aquí, las cárceles, a las mazmorras de San Juan de Ulúa.

Y allá en el norte continuaban los magonistas, también luchando por lo mismo, y detienen a un dirigente de esos olvidados, no conocidos, pero fundamentales en nuestra historia revolucionaria: Juan Sarabia. Lo detienen en Chihuahua y lo someten a juicio en el Teatro ‘Juárez’ de Chihuahua. Y está la gente participando en el juicio, y llegan muy fanfarrones Luis Terrazas —que era el hombre fuerte de Chihuahua, se decía que Terrazas no era de Chihuahua, sino Chihuahua de Terrazas, porque poseía latifundios que sumaban tres millones de hectáreas— y su yerno, Enrique Creel, que era el gobernador de Chihuahua. Entonces, llegan y muy prepotentes se le ponen enfrente a Juan Sarabia. Y le dice Luis Terrazas:

— De modo que usted es el bandido de Juan Sarabia.

―No, señor, yo no soy bandido, los bandidos son otros.

―¿Quiénes?

―Enrique Creel, Luis Terrazas y Porfirio Díaz.

Y a San Juan de Ulúa.

Triunfa el movimiento maderista y salen, y vivieron para contarlo tanto Esteban Baca Calderón, que fue después gobernador de su estado, Nayarit, como Juan Sarabia y otros revolucionarios.

Imagínense cuántas cosas pasaron por este Fuerte de San Juan de Ulúa. Por eso tenemos que seguir fortaleciendo toda la labor de reconstrucción de estos edificios, porque es nuestra historia. Y si no sabemos de dónde venimos, no vamos a saber hacia dónde vamos.

Nos importa mucho el que se mantenga viva nuestra historia. Son pocos los países en el mundo que tienen la historia de México. No —con todo respeto— hay en otros países hombres como Miguel Hidalgo, no los hay, ni como José María Morelos, ni como Benito Juárez, ni como Francisco I. Madero, Apóstol de la Democracia; ni como Francisco Villa, ni como Emiliano Zapata, ni como el general Lázaro Cárdenas del Río.

Nosotros no tenemos que ir a buscar ejemplos a otras partes. Desde luego, tenemos que ser universales, pero, como lo he venido sosteniendo, recoger lo mejor de nuestra historia patria. Podemos injertarnos en la historia del mundo, en las ideas del mundo, pero el tronco tiene que ser el nuestro.

¿Dónde más vamos a aprender a defender las libertades? ¿De dónde más vamos a saber la importancia que tiene la lucha por la justicia, si en México se inició la primera revolución social del siglo XX? ¿De dónde vamos a ir a buscar experiencias sobre la lucha en contra de colonialismo y de la defensa de nuestra soberanía?

Pues aquí, nosotros tenemos todas esas lecciones que nos dejaron nuestros antepasados, incluso en algo que se fue rezagando y se fue quedando como una asignatura pendiente: la lucha por la democracia. Porque ahí sí no se avanzó, ni con la Revolución, no se arrancó de raíz el porfiriato.

Hoy lo comentaba en la mañana: don Daniel Cosío Villegas, un gran historiador, decía: ‘Ya no está don Porfirio, pero se quedó doña Porfiria’, y a pesar de la vocación democrática, genuina, auténtica del presidente Madero, el presidente más demócrata que hemos tenido, a pesar de eso, es hasta nuestros tiempos en que empezamos a transitar hacia una auténtica, una verdadera democracia, y tenemos que seguir en ese sentido, empujando para establecer las bases de una auténtica democracia y crear, al mismo tiempo, el hábito democrático. Pero ya se inició ese proceso y no se va a detener.

A mí me da mucho gusto, con esto termino, estar aquí con ustedes.

Le agradecemos mucho a Cuitláhuac porque, sin él, no se podría.

Al almirante José Rafael Ojeda Durán.

Pues a Diego Prieto, del INAH, maestro, sí.

Pues a Alejandra, que nos ayuda mucho, secretaria de Cultura.

Al general Luis Cresencio Sandoval.

También a la señora Beatriz Gutiérrez.

Y a ustedes.

Le decía yo a Beatriz, ahora que estaban tocando, que estaban interpretando música veracruzana, que mi papá nació en la cuenca del Papaloapan, mi padre, y que tocaba el arpa y la jarana, y que zapateaba y bailaba muy bien, como buen veracruzano, jarocho. Y le decía yo a Beatriz: Yo no saqué ninguno de esos atributos, y me dice: ‘Pues es que no te sueltas, nada más estás pensando en una cosa; relájate y puede ser que te salgan esas virtudes’.

Pero, la verdad, que es una felicidad el que disfruten el arte y la música veracruzana.

Muchas gracias a todas y a todos.