La actividad reciente del volcán Popocatépetl está dentro de los parámetros observados anteriormente, razón por la cual por el momento no hay de qué preocuparse; sin embargo, la población debe mantenerse atenta a la información que emiten las autoridades, coincidieron en señalar científicos del Instituto de Geofísica (IGF) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Hay que tomar en cuenta que vivimos en un país volcánicamente activo y que mientras más conozcamos de este y otros fenómenos, como los sismos, tendremos mejor capacidad de protegernos y saber qué hacer”, indicaron.

En conferencia de prensa virtual, comentaron que mientras los parámetros que se observaron en el pasado no cambien ahora, hay confianza de que “Don Goyo” no hará algo más de lo que ya hemos visto: emitir ceniza o explosiones que, aunque pueden ser espectaculares, no ponen en riesgo a la población.

El director del Instituto de Geofísica, Hugo Delgado Granados, explicó: “Desde hace un par de años el coloso cambió su actividad, de manera que ya no construye domos de lava, o los produce ocasionalmente y pequeños. Ahora, la mayor parte de su actividad se centra en la expulsión de fragmentos (que de noche lucen impresionantes, por ser material incandescente), pero eso es parte de su actividad normal”.

No obstante, continuó, “es importante considerar que puede haber una serie de variaciones, y para ello se cuenta con una red de monitoreo en el Popocatépetl, a fin de dar seguimiento puntual y observar cualquier modificación de los diversos patrones que indiquen algo diferente”.

Delgado Granados detalló que el análisis de esa información se lleva a cabo en el seno de un comité científico asesor que participa conjuntamente con la Coordinación Nacional de Protección Civil.

La doctora Ana Lillian Martin del Pozzo, investigadora del IGF, expuso: “Lo que está ocurriendo en el volcán es un fenómeno de producción de cenizas, emisiones pequeñas y más grandes, que fundamentalmente se mueven hacia Puebla, y en días recientes a zonas del Estado de México, como Amecameca; incluso podrían llegar a la Ciudad de México.

Por su parte, el doctor Carlos Valdés González informó que se ha visto una reducción en el número de sismos vulcano-tectónicos, y lo que más se registra es una actividad fumarólica. “El volcán viene haciendo lo que ha hecho en los últimos 26 años, desde que inició su actividad el 21 de diciembre de 1994”, dijo.

Al respecto añadió que esos sismos de fracturamiento son pequeños, de magnitudes 1.0 a 2.4; en 2020 se registraron 212. Esa información se obtiene gracias a las nueve estaciones sísmicas (cada una con tres sensores orientados al norte-sur, este-oeste y vertical, que recuperan dos mil 700 datos por segundo) las cuales dan seguimiento a su actividad.