A la desenfrenada escalada de la guerra multidimensional de Trump contra China se ha agregado la ‘guerra de vacunas’ y su corolario de ‘guerra bursátil’. China y otros países occidentales batallan para desarrollar la primera vacuna contra el COVID-19, que le daría al primer descubridor una supremacía tecnológica y un poder geopolítico sin igual.

En forma significativa Wall Street Journal—del grupo de la televisora Fox News muy cercano a Trump—, describe el “nacionalismo de las vacunas” como “una nueva dinámica en la carrera para aplastar al coronavirus” que se centra en el manejo nacional —”para inmunizar primero a su población” que llevaría a un bloqueo de las exportaciones de sus producciones endógenas—, así como en sus desarrolladores en EEUU y sus alcances geopolíticos, sin proporcionar la identidad del país que lleva la delantera.
“La vacuna del coronavirus representaría un premio monumental para el país capaz de manufacturarla a gran escala, un triunfo civilizatorio comparable al alunizaje. Permitiría al vencedor revivir su economía muchos meses por delante de los demás y entonces seleccionar qué aliados obtendrían luego sus envíos, centrando la recuperación global en su producción médica”.
WSJ cita en forma desordenada las evaluaciones preclínicas y clínicas de varios países al corte de caja del 22 de mayo de la OMS, pero no proporciona el primer lugar probable en la guerra de las vacunas.

La parte sobresaliente del articulo del WSJ es que la mayoría de las empresas farmacéuticas de Occidente, de acuerdo a los lineamientos de la OMS, vacunaría en primer lugar a los “trabajadores de los hospitales”.

De acuerdo con mi propia recopilación, al corte de caja del 11 de abril China llevaba la delantera sobre las otras vacunas occidentales de sus omnipotentes miembros del big pharma que arrojan uno de los principales negocios del planeta que colinda con un millón de millones.

La empresa biológica china CanSinoBIO le estaba ganando la carrera de las vacunas a dos empresas estadunidenses: Inovio, de Bill Gates, y Moderna. Hasta el muy polémico Bill Gates acepta que su vacuna tardaría en estar lista entre 8 y 12 meses. Scott Gottlieb, anterior director de la Food and Drugs Administration (FDA), en una resonante entrevista a CBS no ocultó su preocupación de que China se adelante a EEUU.

De acuerdo con el esbozo panorámico de las vacunas candidatas, al corte de caja de hoy, divulgado por la OMS —46 días después de su taxonomía de marras del 11 de abril— aparecen 10 en “evaluación clínica”:

  • Universidad de Oxford/AstraZeneca en las fases 1/2 y 2b/3 (Suecia/Reino Unido).
  • CanSino Biological Inc./Beijing Institute of Biotechnology en las fases 1 y 2.
  • Moderna/NIAID en las fases 1 y 2 (EEUU).
  • Wuhan Institute of Biological Products/Sinopharm,  en las fases 1/2.
  • Beijing Institute of Biological Products/Sinopharm, en la fase ½.
  • Sinovac (China), en la fase 1/2.
  • Novavax (EEUU) en la fase 1/2.
  • BioNTech/Fosun Pharma/Pfizer (EEUU) en la fase 1/2.
  • Institute of Medical Biology, Chinese Academy of Medical Sciences, en la fase 1.
  • Inovio Pharmaceuticals (EEUU) en la fase 1.

Se desprende así que, de los 10 principales candidatos, 5 son chinos, 4 estadunidenses y uno sueco-británico.

A su vez, la empresa india Serum planea producir 400 millones de dosis en 2021 y ha emprendido alianzas estratégicas con Codagenix de EEUU y Themis de Austria, pero no aporta muchos datos públicos al respecto.

Existen 4 fases de pruebas, según la Iniciativa de la Vacuna Europea, que se basa en los lineamientos de la OMS. La vacuna china CanSinoBio parece haber sido desplazada de su primer lugar previo por la vacuna del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, en asociación con la empresa farmacéutica sueco-británica AstraZeneca. Hasta cierto punto.Veamos.
Es muy extraño el primer lugar de la vacuna de la Universidad de Oxford/AstraZeneca, ya que no aparecía en la anterior lista de la OMS del 11 de abril.

A finales de abril, la Universidad de Oxford se jactó de haberse adelantado a la vacuna china y que su vacuna estaría lista para finales de septiembre.

Aquí empiezan los problemas con el escrutinio de lo que han publicado y publicitado la Universidad de Oxford/Instituto Jenner y el comunicado de prensa de la empresa sueco-británica AstraZeneca.

Después del bamboleo de la vacuna de la Universidad de Oxford, que no pasó la prueba de los ensayos clínicos en monos, la empresa Moderna de EEUU —en colaboración con el National Institute for Allergy and Infectious Diseases (NIAID), que preside el prestigiado infectólogo Anthony Fauci—, tuvo un disparo en sus acciones bursátiles que, de paso, impulsó a la hasta entonces alicaída bolsa de Nueva York —pese a que Moderna no proporcionó evidencia alguna de sus pretendidos hallazgos.
Perturba que el estruendoso fracaso de la prueba en monos por el Instituto Jenner/Universidad de Oxford fuese publicado el 18 de mayo y que tres días después, con la misma vacuna asociada, AstraZeneca haya echado las campanas al vuelo pretendiendo abastecer 400 millones de dosis en septiembre, y otras 1.000 millones de dosis el año entrante.