México enfrenta otra crisis que no termina por resolverse: la de las gasolinas y diesel, cuyo mercado se vuelve difícil para millones de automovilistas.

Los bajos niveles de producción nacional han provocado que el país dependa en gran medida de los combustibles del exterior –como con el gas natural que ya provocó una crisis interna–, principalmente del mercado de Estados Unidos.

El costo de no producir los combustibles para la demanda nacional fue de 205 mil 189.4 millones de dólares en la última década, valor de las importaciones, casi 20 mil millones por año.

Parte de este problema radica, de acuerdo con información de Pemex, Secretaría de Economía y Servicio de Administración Tributaria (SAT), en las fluctuaciones de los precios internacionales. Sólo entre mayo y diciembre de 2020, el precio del barril de gasolinas importadas subió 68.8%, casi 21.7 dólares por barril.

Esto ha provocado que los precios de venta al consumidor en el país rebasen niveles nunca vistos desde la apertura del mercado iniciado en 2017 de hasta 22 pesos por litro para la regular –la de mayor consumo– y hasta 23 pesos para el diesel.

Además, la producción nacional de combustibles no levanta, debido a las condiciones del sistema de refinación nacional conformado por los seis complejos que opera Pemex y cuya responsabilidad fue asumida por la Secretaría de Energía (Sener).

En enero, de acuerdo con la Subsecretaría de Petrolíferos, la producción cayó de 276 mil barriles diarios en la primera semana del mes a 239 mil barriles en la tercera. En la última semana de 2020 se venían procesando 303 mil barriles por día, un ajuste a la baja en el periodo de 21.1%.

Del diesel, la reducción es de 8.2% tan sólo en las primeras tres semanas de enero de este año.